Cierro los ojos,
siento el contacto de tus labios
sobre mi pecho inquieto que a tu calor se yergue
como si hubiera frío que aplacar.
Siento tu piel tan niña resbalándose en mí
provocando el abrazo que en ella me derrite.
Siento el susurro tierno y atrevido
que me enciende visceral sin entender siquiera
la lengua en que se muestra.
Mi piel se arrincona en tu hombro
donde siempre vuelvo a cobijar mi desnudez
y recrear la noche
que vuelve a transportarme suavemente a tu lado.
Ana Martínez. España
Publicado en la revista Oriflama 22
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