Hoy hace una noche espléndida, serena y llena de matices. Al atardecer, el cielo estaba de un rojo intenso, parecía que Dios estaba cerrando los ojos para dar paso a una puesta de sol que me puso los vellos de punta.
Se siente una paz infinita al contemplar semejante belleza de la Patagonia
Andina, en Ushuaia uno tiene la sensación de estar más cerca del infinito, más lejos de lo banal, donde uno puede mirarse hacia dentro, y como no
buscar esa reconciliación con uno mismo y reunir la fuerza necesaria para hacer las paces con nuestros defectos y querernos tal y como somos, sin costuras ni dobleces.
Me imagino aquel fin de semana romántico en uno de esos hotelitos con
encanto, sentada junto a la chimenea, avivando las ascuas, refugiándome
en tu rescoldo en una noche fría del mes de agosto contemplando a las
siempre eternas montañas plateadas y compartiendo sorbo a sorbo la
vida, hasta emborracharnos de buenos momentos.
Quiero sentir unos brazos protectores abrazando mi nostalgia cuando
los pétalos de la juventud se esfumen como las hojas arrastradas por el
viento en el otoño de mi vida.
Quiero notar la sencillez de un compañero de viaje que derroche
ternura y que me ayude a filtrar por entre las grietas de la vida, los
dolores y achaques que el paso de los años nos va dejando como
herencia de lo que ya hemos vivido.
Quiero notar ese calorcito humano para que se derritan mis penas y
no se enfríen mis ganas de vivir.
Quiero ser la manta que abrigue tu soledad cuando te refugias en tus
pensamientos, esos tan íntimos que ni siquiera yo deseo compartir
por respeto a esa parcela privada a la que nadie, absolutamente
nadie tiene derecho a traspasar, porque el pensamiento es inviolable
y nos permite ser libres.
Quiero disfrutar esos pequeños momentos que se engrandecen con
placeres simples y sencillos.
JUAN RUIZ MORAL
DE FACEBOOK - 6192 - LECTURAS DE 2024
Hace 2 días
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