Hemos puesto uvas sobre nuestros cuerpos
para luego devorarlas con ansia.
El otro se retorcía entonces con gusto
por esas sensaciones tan nuevas que se le
iban despertando.
Hemos jugado a causa del vino
recreos de adulto sobre el césped fresco,
suave como nuestra piel tempranamente
despierta.
Hemos bromeado tanto, tanto, como sólo
dos locos lo harían.
Hemos tocado la flauta y el laúd
mientras los pajarillos se acercaban
amistados
y con su ala nos rozaban al volar las mejillas
donde tenemos hoyuelos profundos como la
amistad.
Nos hemos bañado al natural a orillas del
río,
cerca de nuestra morada.
Y el río fluía como aceite sobre una espalda
morena.
Nosotros oíamos el canto que le hacían los
guijarros al entrechocar
en su fondo pulposo;
y jugábamos a abrazar nuestro reflejo en el
agua,
a apretarlo contra nuestros pechos lampiños:
sólo nos quedaba la humedad silvestre en los
brazos
mientras nuestra risa penetraba la foresta.
Hemos partido el pan, el queso, bajo la
sombra de un oloroso ciprés.
Nos hemos dado un beso grande como un
secreto de amor.
¿Cómo podríamos estar más felices de vivir?
Del libro Descargas eléctricas ligeras de Aleqs Garrigóz -México-
Publicado en la revista LetrasTRL 57
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Hace 1 día
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