Somos la noche y el día
embozados en blancas nubes,
nos deslizamos por el universo
por toboganes de parques.
Somos florecillas olvidadas
en recodos que nadie sabe
y escondidos a plena luz
los bancos esperan amantes
que se pierden en las noches
cuando cerrado los ojos
la música fluye ambulante.
En tu cintura paseo
la inquieta madrugada.
Mis sueños guían los pasos
balbuceando sonidos sin alas
que en la noche se pierden
cuando cierro la ventana.
Duermo con la mirada
en mis desnudas manos,
acariciando la flor azulada
y aspiro su intenso olor
que a tu regazo me llama.
Siento el roce de tu cuerpo,
el silencio del alma…
y sabias palabras guardo
que la luna me musitara.
María Sánchez -San Fernando-
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