sábado, 12 de enero de 2013

LIDIA, ÁNGEL MORENO


A la memoria de Lidia Lobaiza de Rivera

El ángel corondino, con su cesta de frutillera
partió de ronda, cargada su mochila
de historias,  poemas y alegrías.
El atardecer se tiñó de rojo a su paso,
exhalando  inmenso sabor a frutillas.
Un aire simple del Paraná  la acunó en su senda.
Los ceibos se inclinaron respetuosos,
buscando en sus desnudas ramas
flores rojas para esa mujer  bien amada,
que tanto le cantara
Dormían su hibernación las mariposas…
Despertaron de pronto, sorprendidas.
El ángel frutillero  requería su custodia
en remolinos de nieblas y poesías
para llegar al cénit del atardecer sombrío.
Ella pedía trepar  a su velero azul,
con sus frutillas rojas, su cabellera oscura,
sus rientes ojos negros, para deleitar la altura,
el espacio en jugos rojizos de últimos poemas
 a su Hacedor que la bendijo en tierra
con el don de la Palabra concedida, del asombro
en frutos, en azucares, en amor innumerable
por el río, por el ceibo, por la tierra pródiga, sus gentes.
Consagrando el cielo con la estrella roja de su Sino.

Nori Brunor
Publicado en la revista Movimiento Internacional de Escritoras

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