viernes, 29 de julio de 2016
PLAZAS
Si una plaza me canta, puedo bailar.
Si toca el violoncelo, puedo volar.
Si calla, guardo silencio.
En cada plaza nace una emoción
y siempre me convierto en una paloma.
La plaza borra los caminos que te traen
e inventa un laberinto para que te pierdas .
Cada plaza vive a su manera.
La piazza Roma ondula su fontana exhuberante.
La praça de Lisboa viaja en sus tranvías amarillos.
La de Budjejovice es rubia como la cerveza.
Cuando la plaza es un placer,
se esconde entre los muslos de París.
Tal vez encuentres la plazuela
que alguien olvidó en la noche.
En el fondo del mar donde te ahogaste
hallarás la glorieta que creías perdida.
Hay plazas que alambican la eternidad del cielo,
otras donde los hombres perdieron una guerra,
plazas con campanarios que padecen de vértigo.
No juzgues si te cierran todas sus ventanas,
si rebosan sus muros de lluvias y de orín,
si repican o doblan sus campanas de bronce.
Las plazas necesitan a su caminante.
Y si la plaza gira
y gira,
como los carruseles de Avignon,
debes mirar al cielo, girar dentro de ella,
y bailar con la plaza la música de tu presente.
Ángela Mallén
Publicado en Agitadoras revista cultural 62
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