miércoles, 16 de enero de 2019

YO POR SI ACASO, EN LA TUMBA DEL POETA BOHEMIO CLAVÉ UN CLAVO


Vine aquí como el que va a la feria,
sin una idea fija, sin nada premeditado;
y me encontré quizás con lo que no había buscado,
una mezquita musulmana, azul y verde,
ocho minaretes truncos y varias tumbas.

Memorias de un poeta bohemio del pasado,
los nombres de Timur y su linaje;
encontré el viento de los cien días y su noches;
sin miedo a equivocarme: -era levante-
Todas las noches las cubría de arena,
con su furia incontrolada, acosó mi escaso cabello
y se llevó mi turbante, me quemó los párpados.

En la madrugada: dispersión de pájaros,
mirlos, chovas y arrendajos...
Y ese rumor inconfundible del agua entre las piedras;
que son los pasos del campesino.

-Pero el agua sabía a polvo-
murmullo en las dunas, apariciones, desapariciones,
ocres remolinos, insustanciales como mis pensamientos...
-quizás anduviera por allí, Sarapatrusca o Ala...

Vueltas y vueltas, sin poder dormir, en un cuartucho
de hotel de las montañas: La tierra  un cementerio
de camellos y mis cavilaciones, siempre, con el dichoso
-solano o, levante-.

¿El viento, el señor de las ruinas es mi único maestro?
Yo por si acaso, en la tumba del poeta bohemio, clavé un clavo...

RAFAEL CHACÓN MARTEL

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