Tal vez sea una sinrazón
desear que vueles conmigo,
desafiando tempestades
por las selvas y ciudades,
por las nubes y los mares,
donde vayan mis poesías
y aquellos dulces cantares
que salen del alma mía.
De seguro que te haría
largas alas de gaviota,
y de halcones tomaría
su más agudo mirar
para que puedas otear,
y sentir con alegría
el concierto angelical
con que el Dios de los cielos,
acogiendo nuestro anhelo,
en bienvenida te diera.
ABEL RIVERA GARCÍA.
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