Dios nació y murió
en los sueños de los hombres
y se volvió loco con tantos nombres...
un insensato quiso
que lo aprendiera a golpes
y una nación
lo impuso con cañones,
así me opuse a todas las religiones
y fui profeta de mis propios errores.
Me eduqué
en una fe sin esperanza
confundiendo el amor entre palabras
que todo pedía y no daba nada,
fui un profesor que no enseñaba
aquello para lo que le pagaban,
ni sé, en qué me lo gastaba.
Pero amé...
entre profundas mentiras,
amé mi forma de despreciar la vida
con esos vicios que sé que cautivan
los mismos sentidos
que me dominan,
amé las letras hechas poesía,
amé todas aquellas
que no eran mías.
Y di por muerto el amor profano
que se alimenta para sus amos
con unos sentimientos encontrados
porque no es amor,
si no sacrificamos
todo nuestro ser
sin siquiera pensarlo,
no es amor, si no renunciamos
a los sueños por los que soñamos,
no es amor, si es obligado...
no nace el amor
si no recuperamos
aquello que nos hace humanos.
Luis Maria Saiz Laso
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