Esperé todas... todas las noches
escribiendo en un espejo tu nombre,
me vi detrás y grité mi rabia
arañando en el cristal mi cara
y lloré, lloré sin condiciones,
lloré sin esperar nada.
Cerré los ojos para dejar de verte
¡maldita imagen!, ¡maldita suerte!,
pagué mi vanidad tan cara
que ya no veo la mañana
si antes, no puedo verte
y después, no veo nada.
Ahogué en licor mis sentidos,
sangré por los filos de los vidrios
que estallaron en mi mirada
y plagaron de celos mis llagas
como el óxido en el brillo
y ya, no siento nada.
No puedo, si habita un dios, la tierra
que con tanto amor, envenena
y aún así, no me alcanza
más allá de mi propia rabia,
porque quiero quererla,
porque quererla, la daña...
porque renazco de sus penas
para amarla sin amarla,
sigue girando la esfera,
sigo sin esperar nada,
mientras ella espera en su espera
un amor que la desangra.
Luis Maria Saiz Laso
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