Tarde de lluvia.
Charcos que reflejan
el gris de las nubes
en parques vacíos.
Tarde de lluvia.
Petriles brillantes.
Viandantes temerosos
con la cabeza gacha y cubierta.
Pies apresurados en línea recta
manos escondidas y mirada perdida.
Tarde de lluvia.
En el alféizar de la ventana
esperan los cachos de pan.
Hoy no vino la paloma.
Tampoco los gorriones se acercaron
a golpear con su aleteo los cristales.
Tarde de lluvia.
Soledad, silencio, oscuridad,
refugiadas en compañía,
incitando a la vieja pluma
que se incorpora de la mesa camilla
para plasmar sus vivencias en papel.
Tarde de lluvia.
Badil que atiza las ascuas del brasero.
Manteos de color oscuro
y silla con culo de anea.
Cuerpo sentado
que deja volar la mente.
Versos caídos del techo
que uno a uno son recogidos
para impregnarlos con besos.
Ventanas cerradas de cristales mojados
que no impiden que viajen lejos.
Tarde de lluvia.
Tarde gris para el recuerdo.
Tarde, de agua y reflejos.
Carlos Torrijos (España)
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