He muerto varias veces por amor,
y otras tantas he vivido de nuevo,
entre las piedras del camino,
sin preocuparme del destino,
vistiendo la piel del deseo ciego
de volver a vivir cerca del corazón,
he levantado cementerios en el alma
donde enterrar los sueños perdidos,
y recordar que un día perdí
la fuente en la que bebí
aguas frescas de amores y olvidos,
en las noches de oscura calma,
he envuelto mi piel en duro acero,
y bajo esa coraza otra al corazón,
para que nada la traspase
para que nadie la traspase,
y vivir sin amores y sin razón
para un asedio con dolor certero,
he arrojado al mar las cenizas grises
de un bosque de fríos sentimientos
a los que prendí con fuego
tras luchar sin sosiego,
viendo cómo las olas mecían lentos
los agónicos grises de colores tristes,
y volveré a morir un ciento más,
construiré mil cementeros en mi alma
templaré los aceros de mis corazas,
y regresaré al mar a ver mis cenizas llorar,
y escribiré un poema,
donde un verso pinté la luna de mar.
Angel L. Alonso
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