sábado, 16 de junio de 2018
LA COSTUMBRE DE ADMITIR
Cuando se trata de soportar
al vecino, al socio confesor,
a veces has de hacer mucho esfuerzo
para mitigar la gran pesadez
que conlleva ese padecimiento.
¿Es necesario dar más servidumbre?
Ir siempre de “pringaos” sin pretenderlo
tener las ganas de decir y hacerlo,
en lugar de tragar cómo es costumbre.
¿Nos puede la prudencia y el deslumbre?
El arte de callarnos y entenderlo
esperar el momento y deponerlo,
sin soportarlos aunque el sol alumbre.
Nos da miedo enfrentarnos a estos vivos
sus represalias pueden afectarnos,
y por nuestro temor, resultan divos.
Hasta que de aguantar y, revelarnos
¡Nos aparecen los imperativos!
Diciéndoles verdades hasta hartarnos.
Y qué bien sé nos queda el cuerpo
al enviar a los tóxicos
donde deben estar ¡Al pairo!
Emilio Moreno
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