Esa balanza me tiene manía.
Por el sumo respeto de aquel rato,
disfrutando en la cual, di mi maltrato,
al no saber montar con simpatía.
Desnudo subo y bajo de la arpía,
muy formal y quizás sin el boato,
descalzo en no dañar con mi zapato,
sin llegar a medirla cada día.
Sus flechas, marcan los kilos del peso,
comparando la altura y relevancia
y es, marca en el baremo del obeso.
Maldita ilusión de báscula rancia,
que nos fija entre el linde del exceso.
Privando de comer en abundancia.
Emilio Moreno
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