lunes, 18 de junio de 2018

AEDOS Y ARTISTAS


Por los escarpados farallones de la vida,
avanzan los aedos
y
los artistas,
sembrando sus apasionadas ilusiones,
confiados
en que al germinar sus inagotables añoranzas,
se conviertan en atractivos lirios
en medio de los ásperos entornos mundanales,
para formar con ellos las guirnaldas
que llenarán de alegrías
y
esperanzas...
a todos aquellos estrujados
y
convalecientes corazones.
Estos irredentos soñadores,
de andar cansino
y
agilidad mental,
están conscientes que para ser poetas
o
artífices creadores...
además del talento,
se necesita coraje,
sobrado convencimiento
y
pertinaz paciencia;
asimismo convivir con la penuria
y
desde un comienzo
renunciar al material acomodo
y
al ocasional sustento;
aceptar que en muchas ocasiones
tendrán la soledad como única aliada
e
inseparable compañera
y
vivirán rodeados de ingratitud
e
indiferencia;
el cual es el pago inmerecido por tener ingenio
y
buscar convertir en realidad una quimera;
para transformar sus versos
en trinos mañaneros
y
disfrazar el hambre
con pinceladas de rosicler encanto
y
cósmico fulgor;
lo que les permite comportarse como críos,
sonriendo complacidos
y
amigables,
sin que alberguen en su entraña
el acostumbrado desencanto
y
el rencor;
aunque arrastren las penurias,
mantinen confinada a la tristeza
y
el dolor.
Los rapsodas
y
los artistas
encaran su calamitosa miseria,
impidiendo la invasión del desespero
y
el resquemor;
ellos son fuentes divinas,
de fantásticos reflejos,
que convierten en aladas a las ideas,
para que vuele libre la magna inspiración;
y
jamás tienen en cuenta
que si fueran mendigos callejeros,
en lo económico...
les iría mucho mejor.
Solamente que en este mundo engreído
y
marrullero,
en donde todos enceguidos habitamos,
sin estos iluminados inspiradores
e
inspirados,
la vida rutinaria cada día sería peor.
Que sigan naciendo más troveros
y
pintores,
para que encontremos la paz
y
atiborren la tierra de balsámicas tonadas,
la cubran de mágica belleza,
se acaben las tinieblas
y
se extienda el esplendor.

Gerardo Carrascal Santiago -Colombia-

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