Los duendes
cuentan su propia historia,
mirando tras la ventana
que se los va comiendo…
¿No es el tiempo, una horda?
¿Acaso la tradición oral
de su tribu,
no es quién inventa
las leyendas urbanas?
¡El tiempo es invisible!
solo se adhiere como la hiedra,
ocultando en la inmediatez
sus escamas de fantasma,
se pega a los seres,
arrancándoles el lujo
la inmortalidad,
¡Es un duende poderoso
que nunca ha vendido su alma!
Tiene una escafandra de ranas
oculta sobre sus hombros de alce,
un cofre rebosante de magia,
atizando rostros sin perseverancia,
dibujando ilusiones de cartón
que jamás cambian.
Los segundos, bailan
tienen su propia danza,
una que rota más rápido
que el Sol
¡Cantan como hilanderas!
mientras estamos dormidos,
¡Cosen trajes y bufandas!
tan perfectos y tan bellos
que podrían vestir a la eternidad,
los han bordado con hilos de humo
tiñeron las hebras, una a una,
con estelas naranjas del ocaso,
moldearon botones oscuros
en plena madrugada,
abrieron ojales fantásticos
caóticos como el viento,
agujeros de gusano
alucinantes y desérticos
¡Sus espejismos quedaron
mal amarrados!
ninguno,
soportó el temporal,
la tormenta,
dejó desnuda a la inmortalidad,
esparciendo sus pedazos
en el universo,
sin bufanda,
ató su mirada al fondo de la tierra.
¿Qué vale su valor?
Olvidamos ver como niños
sorprendidos,
que meten los dedos
en el tarro de miel
… y los duendes
haciendo trampas y más trampas,
proporcionándole a los instantes,
identificaciones fraudulentas
para que sean ciudadanos
de todas las quimeras,
haciéndonos creer
que no pueden tocarnos,
duendes vanidosos
muriéndose en las esquinas,
con las manos extendidas
pidiéndonos las pupilas,
escritores bohemios
de leyendas urbanas…
Scarlet C
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