lunes, 26 de diciembre de 2016

PESCADOR DE ATARRAYA


Con el cuerpo semidesnudo
en media noche serena,
de pie parado en la arena
a la soga le hace un nudo
y en su muñeca la ata,
la cuerda de nylon enlaza;
los peces están de siesta
en el valle bajo la cresta.

Muerde el frío y amargo plomo
de su atarraya y saborea,
como torear y banderillar el lomo,
le va capeando a las olas;
la red alza hacia su pecho
cuando viene la gran onda
que la corta de costado,
afirma sus pies en el lecho
y salta cual lobo apurado.

Con energía lanza su atarraya
que se abre como abanico
y cae sobre el cardumen,
los peces en gran volumen
quedan presos en la malla
en los senos y en el cuerpo;
jala arrastrando hacia la playa
y cosecha las mojarras.

- Papá Agapito, papá Agapito,
escucha a tu hijo Goyo:
permite acompañarte
para aprender a pescar,
las lizas y los tramboyos;
para aprender ese arte
que a ti nadie te enseñó,
de dominar a la mar.

El padre mudo se queda
y solo a decir atina:
- “Mira, como hago, mira,
aprende de mi manera”.
El hijo se aficiona ya,
pero no logra faena;
mejor se queda en la arena
las mojarras a juntar.

Armando Rebatta Parra -Perú-

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