No me llames de ninguna forma habitual,
de uso común.
Dime alegría
y te sonreiré
llámame luna
y seré tu noche iluminada,
amanecer poblado.
Me dices lucero
y alumbraré tu estrella.
Me llamas vanidad y me vuelvo profunda.
Me llamas melancolía y brota de mis labios una mueca.
Me llamas sueños y habitaré tu pensamientos con ellos.
Yo que alguna vez fui vana,
ahora soy intensa. La melancolía me sonríe
y sarcásticamente yo le muestro los dientes
y en mis sueños solo existe un sueño,
sueño inundado de mares de la nada
y colonizadas tierras del todo.
La nada plagada de gente sin rostro,
almas errantes, soledades compartidas,
deseos truncados, sin tiempo,
todo reducido en un solo espacio: el todo.
Todo se pudo, nada pasó, tal como aquel día,
que pudiste llamarme de muchas formas,
elegiste no llamarme de ninguna.
Perdón, si te llamo amor.
MERCEDES GIL -Venezuela-
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