sábado, 3 de diciembre de 2016

MIL ESPINAS Y UNA FLOR


Mil espinas y una flor
se han cruzado en mi camino,
así lo quiso el destino
cuando buscaba su amor.
Me enamoré de su olor
cuando esa flor cultivaba,
su fragancia enamoraba
con su pomposo ramaje,
¡De sus pétalos me traje
la miel que me alimentaba!

De una hermosura infinita,
hechizador es su encanto,
cuando lo cubre aquel manto
que a mi corazón excita.
Su piel, esencia exquisita,
deja encendido el ambiente,
y ya en el aire se siente
su condición de ¡Sultana!;
pero es que su cuerpo emana
¡Efluvios de amor ardiente!

Sembré mi espiga en la flor
para que tuviera riego,
con beneplácito fuego
también le brindé calor.
Y de su tierra el sabor
de su rocío probé,
y allí fue donde encontré
alivio a mis desamores;
porque en asunto de amores
su fuego le desperté.

Era un pulido diamante
y con más brillo que el oro,
escondía su tesoro
como toda buen amante.
lo descubrí en un instante;
porque su cuerpo encendido
lanzaba cada gemido
escapado de su pecho,
cuando bebía en su lecho
aquel fruto ¡prohibido!

Ysidro Parra -Venezuela-

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