La espada helada del pavor tetro y la nube se destiñe en llanto.
La congoja de la traición que no se lavó y se esparció...
El cárdeno enmarañado, la voz trunca de la burla.
Es sucio corazón agrio,
helada carcajada silente,
mal que se cubre porque no tiene cuerpo ni cruz...
Es horrenda ráfaga invisible,
semilla de mentira atroz,
la conjura tiene brillantes ojos ciegos
y apocado corazón arrugado.
Por eso la noche es noche,
cubre.
Por eso la nube es plétora,
cubre.
Por eso el sol es inmenso y brillante,
porque enceguece para la luz.
Por eso, César, ennegrecido de traición
pidió la túnica blanca.
Así cubierto,
irá hacia la liberación.
Francesca Lobue -Italia-
Publicado en la revista Oriflama 29
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