Demasiado azul tus besos
y tus abrazos;
abarrotados de añiles, los lejanos cielos
donde pintamos la vida
de las estrellas,
que una vez, quisimos ser.
Con la vehemencia del deseo
teñimos los frescos aires
de un verano que resiste calentarnos;
con excesivas e ingrávidas nubes
que parecen desplomarse
ante las fauces abatidas de la noche.
La inmensidad del hielo en vasos
llenos de imágenes trastocadas
donde el frio y húmedo reproche
distorsiona los llantos,
donde los abismos de los recuerdos
buscan manos donde sujetarse.
Demasiado azul para unos ojos
que no miran…
en los que no me encuentro;
descarnados sueños rotos
para olvidarlos esta noche
donde me susurran grises los vientos.
Desmesurados humos danzan
por las cortinas de palabras que arrancan,
por las brisas aún pesadas
de rocíos, que ahogan
los lamentos encerrados en bocas
que enmudecieron las horas.
Insolentes, las encrespadas brasas
de los fuegos se van apagando
y velan los anhelos que empeño en ocultar;
me resguardo tras figuras de algodones
claros, con la esperanza de duendes
que alboroten mis prestancias e ilusiones.
Mis deseos
me gritan desde lejos que hay demasiados
azules en esta noche de finales de mayo,
esta noche que no miente y no quiere que me bese
la callada esperanza de otros labios,
ni la tersura de otras manos que me templen.
ROSA MARÍA ESTREMERA BLANCO -Ceuta-
Publicado en Luz Cultural
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