Regresa, como siempre, demasiado tarde.
Le hago el amor a un fantasma entretanto.
Es el momento de las grandes distancias.
Cada montaña se convierte en isla.
¿Mas qué cuenta la sangre que hierve
en la amarga retorta de la carne viva?
Ficción innecesaria la presencia de un cuerpo,
vacío todo espacio del olor de esos muslos.
Insuficiente el fármaco de saliva y semen,
la apresurada exploración de los cáñamos.
Se pudren los relojes marcando la rutina
de saludos y entradas y adioses y salidas.
La noche presta su frío manto de saudades,
su gran indiferencia serena y cruenta.
Devuelve a la impaciente angustia de la muerte,
pasada la temporada del amor, y el espejo.
Del libro El jubilado de
Alfredo Villanueva Collado -Estados Unidos-
Publicado en Editorial Alebrijes
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