Fallecido mío,
tú que sabes bailar tan bien,
sácame esta noche que quiere ser de juerga
a la inefable pista de nuestra sala,
con un porro fragante y un buen vaso de tinto,
como hacíamos antes
de que tuvieras el mal gusto de largarte.
Para que entonces
configuremos la paradoja de la pareja:
el cuerpo del muerto, el fantasma del vivo,
moviéndose al ritmo de sabias serpientes,
voces y lenguas antiguas e invisibles.
We will survive, we will survive.
Cada vez que me voy a enamorar,
y pienso en ti, je ne regrette rien.
Ne me quitte pas.
Il cuore è uno zingaro, e va.
La música de las esferas.
Del libro El jubilado de Alfredo Villanueva Collado -Estados Unidos-
Publicado en Editorial Alebrijes
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