Mi amigo Isaías necesitaba un empleo. Entonces publicó un aviso: Joven decidido, entusiasta, aptitudes. Teléfono... Nadie podía así precisar si se trataba de una solicitud o de una oferta de empleo. Y llovieron los pedidos: casos realmente conmovedores. Postergaciones inexplicables. Jóvenes aptos, llenos de posibilidades, que por un motivo u otro habían sido olvidados. El no podía ciertamente ofrecerles el empleo que necesitaban, pero al menos, podía responder sus cartas, calmar algunas de sus inquietudes, darles algunas esperanzas. Y en eso pasó Isaías todo el tiempo de su juventud que hubiese debido destinar a labrarse una situación.
Del libro "Obra poética" de
Edgar Bayley -Argentina-
Publicado en Poesía del mondongo
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