El perfume de los tulipanes, la noche.
La noche, la nieve azucarando tejados.
La nieve, hipnotizando, la mañana,
trasfondo gris, olor a piel de pétalo.
La nieve, ceniza de tantos miembros,
empaña las pupilas de saudades.
Los copos, vidas que arrastra el viento.
Adentro, triunfan corolas amarillas.
Los labios, la mirada, se atiborran
de la más leve sensación de deseo,
un resabio salado, una nostalgia.
Voy desnudándome hacia la fragancia.
El insistente efluvio de los cuerpos vivos.
El eco del aroma de cuerpos vividos.
El vaho perverso de los cuerpos muertos.
El bienhechor hedor de los fantasmas.
Del libro El jubilado de
Alfredo Villanueva Collado -Estados Unidos-
Publicado en Editorial Alebrijes
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