martes, 4 de octubre de 2016

EL LÍO TURCO-GRIEGO


(Artículo de 1921)

     El embrollo oriental es otra de las piezas sainetescas más notables entre las que con tanto éxito vienen representando los fecundos estadistas aliados. Primero se festejó a Grecia de tal modo que parecía la niña bonita de la casa. Con esa escrupulosidad de los viejos zorros de la diplomacia cuando se trata de disponer de lo ajeno, se le adjudicaron territorios y más territorios arrancados bonitamente a Turquía, y se le dieron municiones y dinero, y bien provista de todo lo necesario se le lanzó a la conquista de su vecina, la odiada Turquía, que era preciso borrar del mapa en nombre de nuestra civilización cristiana (detrás de la cual invocación siempre se vislumbra el piadoso deseo de rescatar los lugares santos, entendiéndose por lugares santos aquellos en que hay una mina de petróleo, línea ferroviaria o alguna otra cosilla donde hincar cristianamente el diente). Pero se le ocurre a los griegos la idea de tomar en serio el manoseado principio democrático de votarse el gobierno más de su agrado... y votan ¡horror! por el rey Constantino. --No queremos ese rey-- gritaron los aliados. --¿No? Pues nosotros sí, y como, según la democracia que ustedes proclamaron a voz en cuello, somos nosotros, y no ustedes, los que tenemos derecho a decidir... ¡aquí tenéis a Constantino!-- Temblaron las esferas. Se atufaron los gerentes de la sociedad "Liga de Naciones" (sucursal de la Lloyd George, Briand y Co.), y la pobre Grecia pasó en un santiamén de la condición de niña bonita y mimada a la de apestada. Moraleja: todo pueblo tiene derecho a elegir sus propios gobernantes, previa consulta con --y beneplácito de-- los supradichos gerentes del negocio internacional.

Publicado en el blog nemesiorcanales
Compartido por Osvaldo Rivera

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