El foco de menguada luz amarillenta
apenas lame las paredes. Incapaz
al igual que mis ojos
de penetrar lóbregos rincones.
Casi miope, desconoce
el mirar a la distancia.
Está ahí
arriba
en
el
centro
de
la
habitación
casi temeroso
de que llegue
el día.
RUBÉN HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ
Publicado en Ágora
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