Una tarde de primavera, en la ventana del vetusto lugar, revoloteaba una mariposa. Levantó la mirada de los papeles; la observó volar graciosa y libre.
Apoyó su mano sobre el vidrio con tal timidez que la mariposa se posó entre sus dedos. Sonrió. Intentó acariciarla.
De pronto sintió seca la boca; tuvo dificultad para tragar; tembló.
Retiró con rapidez la mano de la ventana, inclinó la cabeza sobre los pa-peles y se dijo:
–No me gusta… ¡¡es tan fría!!
Del libro Cuentos iberoamericanos de BEATRIZ COCINA (Uruguay)
Publicado en los Cuadernos de las Gaviotas
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