Poco a poco fueron horadando
la roca y creando
a golpe de cincel, unas cuevas
para vivir, para rezar, para meditar.
Poco a poco fueron adornando
techos y paredes pintando
o esculpiendo bellas imágenes
con increíble maestría.
Poco a poco donde había
solo rocas volcánicas alzaron
templos dedicados al sabio Buda
demostrando la grandeza del hombre.
Treinta y dos cuevas milenarias
que dejan sin palabras, mudo,
al poeta andante
que por la red camina.
¡Qué belleza dentro de la roca!
¡Qué colorido! ¡Qué perfección!
¡Qué silencio se presiente!
¡Qué paz se respira!
Del libro inédito Viajando por internet de JOSÉ LUIS RUBIO
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Hace 15 horas
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