Mi papá era un hombre que a pesar de haber cursado sólo hasta quinto año de primaria, supo recorrer por cuenta propia su camino intelectual, hablando dos idiomas(Español e Inglés, incluso un poco de Alemán)y llegando a ser por muchos años, jefe del departamento de contabilidad de las empresas Scadta, Socograsas e Industrias Yidi. Había que verlo, hablando con excepcional propiedad de la situación política de nuestro país y de otras latitudes, con mis amigos escritores Pedro Conrado Cúdriz y Ramón Molinares Sarmiento en la terraza de la casa, sin dejar escombros regados por las calles de la historia, mientras otros contertulios dominicales en derredor como potrillos sin riendas aprobaban con sus cabezas en el imaginario imperio de la memoria. Recuerdo como si fuese ahora que antes de empezar su intervención, el viejo César prometía ser breve, pero con gentileza también advertía que debía tenerse sumo cuidado cuando se le daba la palabra a un godo laureanista como él, porque se corría el riesgo de que se pasara 20 años hablando sin parar, pero meses después del asesinato de su hijo amado Nelson, papá ya no fue el mismo: tocaba el portón de las angustias, traspasaba el tiempo de evocaciones viejas con su aguda lanza, mientras las huellas de la vida iban quedando impresas en los ojos del alma para siempre con sus lágrimas furtivas y rebeldes ante una “justicia injusta”.
Por todo lo anterior, creo que definitivamente: “Mi papá se murió sin saber quién asesinó a su hijo Nelson Mejía Sarmiento, alcalde de Santo Tomás, el 29 de abril de 2004, mientras tanto todos sus familiares estamos aquí, frente a los embates inagotables de las cosas habituales como queriendo despertar lo que parece muerto.”
TITO MEJÍA
Publicado en el periódico digital La Urraka Cartagena
No hay comentarios:
Publicar un comentario