miércoles, 9 de enero de 2013

Y YO, ESCRIBIENDO PARA TI


Y yo, escribiendo para ti; y tú, ajena
al alma de mis versos, apatía
que los dejaba resbalar al suelo,
sin mecerlos gentil en tus rodillas.
Yo los engendro y doy a luz, por tanto
los versos tienen vida
subyacente a las letras en que duermen,
y sólo al ser leídos se humanizan.
Por tus manos cruzaban
como alondras distantes, sin caricias,
sin lograr despertar para cantarles
su mensaje de amor a tus pupilas.
Pérdida tuya ha sido,
más que de ellos y mía.
Ellos abren los ojos, y transmiten
cuanto grabé en su piel, dolor, sonrisa,
nostalgia, amor, ensueño,
a quien sabe leerlos. No hay enigmas
que oscurezcan sus cálidas palabras;
es todo claridad y simetría
su lenguaje de amor, que se introduce,
íntima, carismática llovizna,
calando hasta los huesos,
nunca desestimada ni perdida.
Amantes hay que al acercarse al borde
de sus reveladoras galerías,
se reconocen en tan fiel espejo,
con sus gozos, sus triunfos, sus heridas,
y tiemblan, o sonríen, con palabras
que por ti y para ti fueron escritas.
Las hacen, o tal vez las juzgan, suyas,
pues al compás de sus vivencias vibran.
Y tú, tan desalada, tan ajena
a cuanto en mí electrizas.
Quizá deba cerrar esta ventana
abierta sobre ti, por donde filtra
un sol ficticio rayos ilusorios,
o en esta singladura improductiva,
abdicar el timón, rasgar las velas,
de esta cansada carabela mía
que puso norte a puerto displicente,
y dejarla bogar a la deriva.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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