miércoles, 16 de enero de 2013

POETA MEANDO UNA RUEDA DE SU PROPIO AUTO


22 de enero recién oscureciendo
y los tiempos están cambiando.

Un sábado noche en una fonda
del lado sudeste de la ciudad.

El poeta espera en la vereda
recostado en un silloncito de verano.

Una panera con grisines
y un par de copas servidas
y las cartas sobre la mesa.

Llego a la hora señalada
a encontrarme con el último vate
de la ciudad de los parásitos.

Hablamos de cosas triviales:
de un par de días sin ingerir antibióticos,
del nombre del gato de la gorda del almacén,
de perros desatados que deambulan como fantasmas.

Comemos escalopes con puré.

Se levanta
después del décimo tercer cigarrillo
y dice adiós
y camina hacia el auto
desinflado en la calle empedrada.

Lo observo
posiblemente
en su momento más feliz.

Ante la copa llena
de vino de la casa,
aún sentado
espero el mío.

José María Pallaoro -Argentina- De "Una medida adecuada a todo"


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