sábado, 19 de enero de 2013

EL SOLDADO

Un soldado argentino que regresaba de las Islas Malvinas al término de la guerra llamó a su madre por teléfono desde el regimiento de Palermo, de Buenos Aires, y le pidió autorización para llevar a su casa a un compañero mutilado cuya familia vivía en otro lugar. Se trataba –según dijo- de un recluta de diecinueve años que había perdido un brazo y una pierna en la guerra y que además estaba ciego. La madre, feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado y se negó a aceptarlo en su casa. Entonces el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro: el supuesto compañero era él mismo que se había valido de aquella patraña para averiguar cuál sería el estado de ánimo de su madre al verlo llegar despedazado.

Gabriel García Marquez
Publicado en la revista Movimiento Internacional de Escritoras

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