miércoles, 9 de enero de 2013

EL MERCADER


Los días laborables damos gracias
por poder subsistir en el sistema
y ofrecer nuestro tiempo de oro falso
al mercader que es todopoderoso,
internacional, patrio y excusable.

Nosotros, los tornillos que levantan
estructuras metálicas y fábricas,
los que nos oxidamos
en este país viejo y humillado,
barroco en la desgracia y el desastre,
en la superstición consolatoria
de grandes catedrales del demonio.

Nosotros, digo, estamos sin resuello,
hartos de tener miedo del gigante,
de sus descomunales argumentos
de niebla tenebrosa en la mentira
que desvanece nuestra lengua madre.

Nosotros lo sabemos, mercader:

todos mienten, disfrazan nuestros rostros
de números y tuercas, de trabajos
y días en la rueca, en el mecano
con el que juega absurdo su maldito
hijo de mala sangre y mala madre,
hijo de plusvalías miserables
que chupa la energía y absorbe nuestras vidas
de esclavos complacientes.

Es nuestro aullido un grito interminable
al señor de la guerra con sordina,
a los usurpadores, inmorales
políticos, banqueros del desahucio:

hoy un hombre se ha quemado a lo bonzo,
ayer una mujer se arrojó al vacío.

Sin escrúpulos ni alma, el mercader
rige la oscuridad
y sigue repartiendo
dolor y más dolor, oscuridades.

Yo te maldigo, mercader.

Te maldigo a ti, dueño de este mundo
que explotará en tus manos algún día.

Daniel García Florindo
Publicado en el blog aulapoematica

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