martes, 22 de enero de 2013

EL CIRCO


Contemplé la caravana desde mi habitación
mientras recogían los bártulos para marchar:
enanos, trapecistas, forzudos, magos, todos inermes,
buscaban una promesa lejos de la zona.

El cielo vomitaba nieve gris
y los caballos relinchaban
apremiados por los latigazos
que golpeaban sus costados.

La niebla opresiva cubrió la explanada
con un manto de tristeza deforme
velando los carromatos de vivos colores
hacia el pueblo más próximo.

Rostros apagados marcharon hacia el norte:
hombros hundidos, expresiones abatidas,
pasos sin dirección, cargas morales imposibles
de soportar sin enloquecer sin remedio.

Intuí que no quedaban esperanzas
para aquellas personas
que luchaban por sobreponerse
a la mala suerte que nunca los abandonaría.

Mientras pasaban cerca del cementerio
la tormenta aumentó de intensidad
cubriendo las lonas de escarcha
igual que sus corazones.

Entonces, antes de lo que imaginaba
desaparecieron en un recodo del camino
despidiéndose para siempre del lugar
que los había despreciado.

ALEXIS BRITO DELGADO

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