unas sabanas arrugadas
gritaban entre sudor…
la música de fondo sonaba
desde el fondo del salón
Dos vasos vacíos reposaban
sobre una mesilla,
mi pelo se enredaba en tu cara,
la ropa se esparcía por el suelo,
tu boca y mis labios saboreaban
la esencia de los cuerpos.
La rosa perfumada
lucía en un florero vacío
y tras el cruce de batalla
tu la paseabas por mis senos
de mujer enamorada.
El amor nos había llamado
y nos había citado
en el remanso de una cama...
En un pozo de recuerdos
miles de palabras calladas
se resisten a la memoria
del amor que me llama.
Hoy enciendo la luz de mi mesilla,
para que el amor me encuentre,
curiosa y paciente observo
como la niebla desaparece
y despierta los sentimientos,
las ilusiones y los deseos
que se quedaron dormidos
y estallen de nuevo los colores
de los sueños prohibidos.
María Sánchez -San Fernando-
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