Recostada en la entrada del templo, hipnotizada con el vuelo de los pájaros, piensa que hoy es un buen día para el comienzo de la última etapa.
El atardecer apaga las luces de la tarde haciendo ver su cuerpo desnudo tan tentador como el pan.
Las aves, desplazándose, revolotean sobre ella, como si se hubiesen enterado de la decisión que ha tomado.
De ahora en adelante se dejará picotear.
Del libro Cuentos iberoamericanos de
LILIANA SAVOIA (Argentina)
Publicado en Los Cuadernos de las Gaviotas
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