miércoles, 9 de enero de 2013

ALBORADA


Ella robaba al tiempo calendarios.
Él desandaba los caminos.
Dormidos en los brazos
de la última  palabra,
navegaban de un mar a la deriva,
sin tabla de promesa a la que asirse.
La noche era de espuma entre sus dedos
y el cielo amenazaba en alborada.
Amaneció deprisa y sin aviso.
Se izó en el cielo el desamparo
y una luz nueva
rompió sus sueños para siempre.
Ella llenó de versos su maleta.
Él se dejó en el suelo la esperanza.

Esther Garboni
Publicado en la revista En sentido figurado.

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