LA HORA DEL NIÑODuermen la azuela, el hacha y el martillo
sobre el banco en sudor de carpintero;
surge el padre del fondo del obrero,
la madre observa al devanar su ovillo.
La cena humea en el modesto hornillo
sobre asiento de brasas, en austero
salón-taller-cocina, y aún granero,
tan primitivo todo, tan sencillo.
Al niño corresponde el primer plano;
alza una vida frágil en la mano,
juega otra vida eufórica a los pies.
En su mano, a sus pies todas las vidas,
y la suya se irá por las heridas...;
pero hoy es juego; eso será después.
FRANCISCO ALVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
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