jueves, 15 de diciembre de 2011

TALLER LITERARIO

SEGUNDO TRABAJO SEMANAL

Con dolor de su corazón
salió de su casa
él no quería
hacía muchísimo calor
soplaba viento flojo de levante.
Le esperaba donde se habían
citado en un bonito café que
hay en la plaza.
Ella llegó. Pidieron café
y se lo sirvieron en taza.

ANTONIO BASALLOTE

Tomando el té con su
amigo Miguel en la plaza
a Suraña le picó una araña.
Del dolor, la taza al suelo tiró.
Por todo el cuerpo un calor le entró.
¡Pobre Suraña!
Dando saltos, gritando:
¡Qué dolor! ¡Qué dolor!
Su amigo Miguel se asustó
y al médico lo llevó.
Pero antes de ir, Suraña
con el sofocón a la araña
buscó y de un pisotón
la aplastó.

CARMEN PEREZ MARTELL

UNA TARDE EN LA PLAZA

Desde la terraza un bar.,
contemplo el ir y venir
de transeúntes anónimos.
La plaza cobra vida,
y motas de color
se desplazan zigzagueantes.
Risas y sonrisas inundan la plaza,
y rostros que ocultan historias vividas
me susurran al oído.
Siento un calor placentero
que me llena de recuerdos
y entonces siento el dolor
de lo propio y de lo ajeno.
Para salvarme intento
arrastrar mis pensamientos
al centro de la plaza.
Risas infantiles y juguetonas
se instalan en mi,
y de nuevo vuelvo a la calma.
La taza vacía indica
el fin del momento,
Mañana a la misma hora
se volverá a llenar la plaza,
e inventaré historias
para sus rostros anónimos.

VIRTUDES ROLDAN

RECORDE

Ayer tarde en la plaza
a las cinco hacía calor.
Sentando tomando una taza
de café recordé el dolor

que hace año en esta plaza,
un día triste y lluvioso,
me causaste tú nervioso
cuando me dejaste, con la taza

en la mano, que no podías
perdonar mi ingrata traición
y que te marchabas sin ilusión
a recorrer el país. Sabías

que el corazón de dolor
me rompías dejando sin color
mis mejillas, sin luz mis ojos
negros y sellados mis labios rojos.

Ayer tarde en la plaza
tomando un café caliente
recordé bebiendo lentamente
este dolor que me atenaza

desde que aquella tarde de calor
de la silla te levantaste
y te fuiste dejando un sabor
amargo en mi boca. Me dejaste

allí tan triste y tan desesperado
que por un tiempo renuncié
a vivir porque no encontré
a nadie que estuviera a mi lado.

Pero todo pasó y el tiempo borró
el inmenso y profundo dolor
que tu fuga me dejó
al apagar de mi corazón su calor.

JOSE LUIS RUBIO


Acababa de amanecer y ya se podía presentir el calor que iba a ser sofocante. Preparé todo rápido porque se me estaba haciendo tarde.
Hoy comenzaban las fiestas del pueblo y ya habían engalanado toda la plaza. No quería pasar bajo ningún concepto por ella, que es lo que llevaba haciendo varios años desde aquel nefasto día. Los banderines que en ella habían colgado me traían esos malos recuerdos. Cómo entender que unos simples banderines podían llenarme de dolor el alma. Di un rodeo enorme y llegué por fin a casa de mi hermana.
Delante de la taza de café intenté olvidarme de los recuerdos tristes que me albergaban.

NILA QUINTERO

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