jueves, 15 de diciembre de 2011

POEMAS

III

Tu cuerpo lento camina como una canción en fuga
y te detenés
para que te vea bien,
para que contemple
tu estampa de varón.
A la distancia de los años
te veo, a contraluz del atardecer,
una imagen en claroscuro.
Me mirás como abandonándote a mi deseo,
te anhelo a la distancia
y caminás despacio por los años,
sin avanzar
y no acabás de llegar.
Me hundo en ruidos callejeros
y desabrocho mi ropa
consciente de tus manos
tan leves y frías entibiándose en mi piel.
Y no acabás de llegar, Tango, perdido a contraluz.


V

La luna, Tango, siempre la luna
aún en las noches
en que las nubes cierran todas las salidas,
entreveo la luna siempre girando
como si se pusiera un vestido
de falda corta y te bailara.
Más allá de los sonidos
la luna, la luna, Tango
enlazados y abrazándome
hasta casi dejarme sin sentido.
Y a veces estos pinos tan nuevos para mí
arañan despacito la luz
y entreabro sus ramas para que la luna toque el sendero.


XI

Cuando la calle está solitaria y quieta
y la luna aparece detrás de alguna rama
la ausencia del tango duele
como un beso nunca dado.

Del libro De La luna, Tango, siempre la luna de NELA RIO-Argentina-.
Publicado por la revista Oriflama nº 19

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