Ni el ruiseñor olvidará su trino,
ni el salmo del amor desaparece.
Si éste en silencio a veces se adormece,
despertará en su acento más genuino.
En años de bohemia, el peregrino
de tierras y de vidas, entumece
miembros y mente, y frívolo envejece
sin la solera de su propio vino.
Mas quien ama una vez, aun en derrota,
recobrará el amor, ya gota a gota,
o en viva llamarada de placer.
Amor es miel, y herida, y cicatrices,
árbol que, si talado, sus raíces
renovarán el esplendor de ayer.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
Revista poética Azahar, nº 133
Hace 7 horas
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