Tras la calle un pintor sedente.
Acuarela de presencias encendida.
Obrador ajeno urdiendo amaneceres.
Ese discurrir en luz y vida.
Quien trazaba bodegones o enseres
recostados entre inertes claroscuros,
aquel tornasol prendiere,
cual exceso contrapunto.
Desde el muro enrejado,
en su salto un niño.
Bajo el gris más amargo,
pide el pobre otro sino.
Tres cigüeñas encumbran la torre.
¡Agólpense nidos y campanas!
Invisibles, no florecen los sones;
aunque recia la espadaña.
Pincel que caricias difumina
a la espera del amor certero,
llamea, sin rosal y melodía,
suave beso en rojo intenso.
Y cuando la errante estela
ennegrece tonos ocres,
deja el pintor la paleta
en busca de nuevos soles.
JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ LLAMAS-Zamora-
DE FACEBOOK - 6187 - UN POCO MÁS ARRIBA DE LA PICOTA
Hace 10 horas
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