I
En tu altar quemé mi último incienso
y desgrané mis solitarias rosas,
hoy reclamo tu amor, ninfa preciosa,
aquejado de un dolor, triste e inmenso...
Me duele el sentimiento cuando pienso,
que soñé contigo en las horas dichosas
y guardé con amor todas tus cosas,
esperando la hora del regreso...
Calló la flor y doblegó la rama,
con vértigo que todo lo avasalla,
como imagen eterna de lo inerte...
Pero mi corazón que es tenue llama,
ganó al amor su última batalla,
en las postrimerías de mi muerte...
II
Porque cerré los ojos de mirar cansados,
junto al chorro callado de la fuente
y allí te vi, Loretta, eternamente,
más hermosa que todo lo soñado...
Soñé que era un enfermo enamorado,
de la línea sin pliegues de tu frente,
de tus ojos de diosa, que silentes,
me arrastran a la locura y al pecado...
Estoy loco de amor, mi quilla rota,
vagando por tus olas encrespadas,
hundida en espumas argentadas,
toda mi juventud dura y remota...
Cuervos marinos con sus negras plumas,
olfatean mi cadáver destrozado
y te llevan en las frías brumas,
¡el corazón de un hombre enamorado...!
ALFREDO MACÍAS MACÍAS-Huelva-
Revista poética Azahar, nº 133
Hace 8 horas
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