martes, 15 de enero de 2019

EL RÉGIMEN ALIMENTICIO DE LOS CABALLOS


Tampoco es cierto que los caballos sean animales excluyentemente herbívoros. El doctor Ludwig Boitus ha probado que fueron los hombres de primitivas civilizaciones quienes los acostumbraron a ese régimen: así lo aconsejaban razones de economía y, sobre todo, de seguridad.

El hecho es que en todo caballo está latente un temible instinto carnicero. Más aún, los caballos son los únicos animales primigeniamente carniceros. En efecto, si se alimenta durante sólo un mes con carne cruda a un caballo, el aspecto y los hábitos del animal sufren una transformación: los inocentes ojos pardos adquieren un maligno tinte ocre; los colmillos crecen y se arquean; el andar se hace sinuoso y afelpado; los movimientos tienden a ser furtivos; las uñas, liberándose de los cascos, se convierten en garras. El caballo es ahora el más fuerte, el más grande, el más veloz y el más ágil de todos los animales carniceros.

Aquellos hombres primitivos que encauzaron hacia tareas útiles la fuerza del único animal feroz que asolaba sus poblaciones se dieron cuenta, más tarde, de que necesitaban también matizar el mundo con un tranquilo horror. Entonces, eligiendo a unos inofensivos, hermosos e inservibles animales que solían devorar sus cosechas, los acostumbraron al sabor de la carne: así surgieron los tigres y los leones, las panteras y los jaguares.

Del libro Imperios y servidumbres de Fernando Sorrentino -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti

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