Era en el año trescientos
allá por Río de Granadas;
rugían los cuatro vientos,
sonaban las campanadas.
Era una noche monstruosa,
digna de miedo y tormentos;
surgió una voz dolorosa,
de inquebrantables lamentos.
Tal vez.. el aire en rasgueo,
tal vez... el ave en quebranto
volando en revoloteo
o meciéndose entre el viento.
De tal desesperación
de la nube que revienta
presagiando algún ciclón
y apretando la tormenta.
El rayo cayó de cuna
en la bahía de Granadas
cubriendo toda la luna
y lanzando llamaradas
La tempestad de la noche
hizo crecer la tormenta
y la lluvia fue un derroche
en la tierra aún sedienta.
De pronto quedó en silencio
el febril paisaje Grana,
se alejó la nube recio
la tormenta ya cesaba.
La campanada primera
hizo ver la luz del día
llegaba la primavera
rebosante de alegría.
Sólo por obra potente
de la Santísima Cruz,
hubo un cambio trascendente
de la oscuridad... la luz.
LOURDES AVILA ZAPIÉN -MÉXICO-
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