¡Cálida ahí donde te toco!
en la oscura noche mi mano se desliza
como un paloma buscando un abrevadero
para saciar su ardorosa sed.
Y encuentra tu cuerpo vaporoso.
-Y sobre lo espléndido va lo irrepetible-
y haremos de una serena noche toda una vida...
para amarnos, hasta que la alondra
venga con la aurora a despedirnos...
Situaremos el cuerpo hacia las nubes
para que llueva, que carmen los ardores
de esta fértil tierra, donde el labrador
suspira resignado y se lamenta.
En esa pulsable tentación de ser en dos un solo verbo.
Y ella plácida pero deseosa, tendida, vaporosa,
con las mieles del deseo aflorando por su boca,
esperando el asalto intrépido del momento...
¡Niña loca, joven enamorada!
Adelante de los pequeños vapores
y de las cuadrigas de caballos que tremolan...
Desnuda en la noche de las horas peligrosas:
-Vaporosa, sensual-
Los senos esféricos, sonrosados sobre el cuerpo
horizontal apuntando hacia el cielo azul,
apuntando a un fantasma erecto y libre...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
No hay comentarios:
Publicar un comentario