CABELLO ATADO,SEDA VERDE

Te he pensado tanto, que ahora, al mirar hacia atrás,
me parece haberte visto asomar en alguna esquina,
mirando al interior de una tienda, estática, concentrada,
cabello atado, seda verde, ceñida hasta tu frente;
creo, fuiste ese llamado inesperado que me tocó el hombro,
que me dejó un vacío imperioso de llenar, especialmente
de noche, cuando sentía cerrarse las puertas vecinas;
desde ese momento, me faltó todo, me dejaste con sed,
me torné mustio, huraño, me refugié en páginas de fotos
de la antigua avenida, y volví miles de veces al mismo lugar,
misma hora, mismo día, inventé tablas de posibilidades,
corregí tiempos, imaginando falsos cálculos, errores míos;
creo, me llegaste desde todos lados y yo, equivocado,
te buscaba en mis cosas comunes, en mis paseos de las seis,
cuando esperaba, sentado en una banca, el momento
exacto en que el sol se metía para alumbrar hacia arriba;
tus llamadas, no sé de dónde, me detenían en la calle,
un persistente ulular de sirenas, carros de bomberos,
que sólo yo escuchaba y veía, me volví torpe, un fastidio,
conversar conmigo era hablar en medio de un concierto,
miles de labios que veía subir y bajar, cejas, vasos;
fue un chispazo la visión primera de tu presencia, un rayo,
fue verte y no verte, pero sentí un toque personal, muy tuyo,
que me hizo decir –después, con el paso de los años-, al fin,
te encontré de la misma manera que te vislumbré, sin hora,
sin planes, cuando menos lo esperaba, cuando ya decaía;
te he amado tanto, que ahora, ya no soy yo, soy un reflejo
que brilla y se alimenta de lo que me devuelves, te di mucho,
en compensación, ahora, eres tú la que te detiene en la calle,
miras a todos lados, te sientas por allí y me timbras, llamas,
me preguntas si estoy bien, yo siempre te digo que sí, bien,
nunca te pregunto cuándo vuelves, ese detalle es la brisa,
es el instante en que tú me dices que te espere, sin horas,
sin planes, sin fechas, cuando menos lo piense.

Del libro POEMAS DE UN AMOR EN NOVIEMBRE de Gustavo García Soto