Crepúsculo frío, huyen la luna y los luceros,
sin apagar el encharcado ojo, paralizado la observo.
Cada minuto me acostumbro a perderla lentamente,
arrogante indiferencia colgada de mi soledad.
Tallan sangrando alambres de púas en mi alma,
Lágrimas de dolor… capitulan mi derrota.
El espejo le ayuda a que esconda huellas del tiempo,
Silencio sin miradas, vacío de la nada, ríen las almohadas.
Metálico el aire que respiro, arenosa el agua que bebo,
La piedra fuerte del compromiso, aletea en el misterio,
Solo quería que esa noche y todas las pasadas noches…
¡mis besos durmieran en la frente, en la comisura… de tus labios!
Álvaro Álvarez Rojas (aprendiz de poeta) -Colombia-
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