sábado, 9 de junio de 2018

NADA QUEDARÁ


Esparcidos los resquemores
del atardecer obligaron
a las malas levantar la mano
agitando cual gaviotas moribundas
con alas de tramontos obligados.

Mientras por la vertiente
de fáciles gradientes, bajas
con miradas desorbitadas de tanto
atisbar las sombras donde se perdió
aquel vuelo relampagueante del fugaz lucero.

Ahora cuando a las puertas
de las lluvias qué lamento esgrimir
frente a las tormentas implacables
los que ni saben de treguas, ni lástima
solo vigilan cautivas a los despeñaderos.

Que la sorpresa no inunde
al silencio con sombras, coge
una a una todas las horas despedazadas
y en una sola puñada, enróstrale
al obstáculo que intenta detener al paso.

Ya no quedarán ni los sinsabores
que solíamos despojar a las caminatas
menos el vaivén del orgullo frente a la piedad,
todo de nuevo habrá quedado malherido
como si fuéramos dos simples desconocidos.

Orlando Ordóñez Santos

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